Resulta obvio que después de haber padecido una enfermedad
como el cáncer, son necesarias ciertas revisiones periódicas que aseguren que
el tumor no ha recurrido. Además, el agresivo tratamiento provoca síntomas y
efectos secundarios que deben ser controlados, ya que en muchas ocasiones la
medicación tiene que ser cambiada debido a su alto carácter negativo para el
metabolismo del paciente.
El tratamiento nunca garantiza que el cáncer pueda volver a aparecer o no, por lo que es completamente necesario un seguimiento que permita el diagnóstico y la instauración inmediata de medicación siempre que sea preciso. Las pruebas que se realizan con mayor frecuencia son:
- TC ABDOMINAL: Se trata de una prueba muy precisa, ya que permite examinar la zona conflictiva, aportando tanto la localización como el desarrollo del tumor.
- ANALÍTICA COMPLETA: Se establecen parámetros que señalan el estado y funcionamiento de hígado, riñón y demás órganos.
- RADIOGRAFÍA DE TÓRAX: Permite la valoración del estado de los pulmones.
- ECOGRAFÍA ABDOMINAL: Muestra, en hígado, las posibles lesiones en caso de metástasis.
Además, es fundamental informar al médico sobre cualquier
síntoma que precise de otras pruebas para ser valorado, como por ejemplo
pérdida de apetito o peso, cansancio, dolor, etc.
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