¿Cuál es el detonante que lleva a células sanas a perder el control,
tornándose hiperactivas y dividiéndose cuando no hace falta? Sigue leyendo y
verás como la genética, una vez más, ofrece la respuesta.
Normalmente, la médula ósea trabaja eficazmente como una fábrica productora de glóbulos rojos, plaquetas y células del sistema inmune. Sin embargo, en ocasiones esta producción se ve descontrolada y la médula ósea comienza a fabricar cantidades desmesuradas de células inmaduras o defectuosas, lo que deriva en un colapso de la propia médula e impide que nuestras defensas funcionen como cabría esperar.
Normalmente, la médula ósea trabaja eficazmente como una fábrica productora de glóbulos rojos, plaquetas y células del sistema inmune. Sin embargo, en ocasiones esta producción se ve descontrolada y la médula ósea comienza a fabricar cantidades desmesuradas de células inmaduras o defectuosas, lo que deriva en un colapso de la propia médula e impide que nuestras defensas funcionen como cabría esperar.
Así es como
se presenta el cáncer de sangre más frecuente, la leucemia, convirtiendo a los
afectados en presas fáciles ante cualquier tipo de infección.
Aquí entra
el papel decisivo de la genética. Si miramos con detalle el núcleo de las
células de pacientes con leucemia, se observa como los cromosomas 9 y 22 han
perdido un brazo cada uno y que ambos se han unido para dar lugar al cromosoma anómalo
Filadelfia, que vuelve malignas las células sanguíneas.
Hasta el
momento, se ha demostrado que el 99’5% de los afectados por leucemia mieloide
aguda presentan mutaciones en al menos una de nueve categorías de genes, es
decir, que estas modificaciones de ADN están detrás del cáncer. Además, cabe
decir que se sabe que existen variaciones de ciertos genes de riesgo (IKZF1,
CEBPE y CDKN2A/B), que predisponen a la persona a padecer leucemia y se
encuentran en un 20% de la población.
Como conclusión, podemos aclarar que para diagnosticar la leucemia no
sólo debemos identificar un único gen culpable, sino buscar las constelaciones
de cambios genéticos que acaban desatando la enfermedad.
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